jueves, 20 de marzo de 2014

HISTORIA DE UNOS RIZOS..

Aunque os he ido contando cosillas del devenir de mis pelos durante todos estos meses, voy a recopilar aquí toda la historia para demostrar a todas las mujeres que estén comenzando un proceso similar que todo pasa, pero que es cierto, el pelo sí es importante.
Yo siempre he tenido algo en mi cabeza que me caracterizaba y me hacía rápidamente reconocible: MIS RIZOS. 
Cuando me confirmaron el carcinoma y aunque todo el mundo te dice que "eso no es importante, el pelo crece otra vez", tú, que estás con una tormenta interna que no hay quien ordene, no puedes evitar adelantarte a los acontecimientos y verte calvita. 
¡Dios!, ¿qué voy a hacer?...
Durante semanas no me confirmaron el tratamiento con quimio e internamente me daba por "salvada", aún así, después de la cirugía (23 mayo) y mientras venían los resultados y me decían qué tratamientos me tendrían que poner, decidí cortarme el pelo casi, casi "a lo chico". 
Mi imagen en el espejo era distinta, me recordaba a mis tiempos de cole, pero ¿sabeis qué pensé?: "Oye, estoy guapa, me parezco a Antonia D´Late" (no se si se escribe así), bueno, no salía mal parada.
También miré una opción de pañuelos con pelo que una peluquera había diseñado.
El 2 de julio el cirujano me confirmó los 6 ciclos de quimio que me iban a poner. La oncóloga me dijo que podía ser que no se cayera todo el pelo... y yo me repetía esa frase como un "mantra".
El 3 de julio me pusieron el primer gotero, cada día vigilaba la almohada y respiraba tranquila  al no ver pelillos, en el espejo me pasaba la mano por la cabeza y satisfecha me decía que allí continuaba el pelo.
Durante estos días comencé mi recopilación de pañuelos, cajones de amigas y tiendas de chinos del barrio.
El 14 de julio ingresé 4 días con una bajada de defensas, en el hospital comencé a percibir que una leve caricia al pelo suponía quedarme con varios de ellos en las manos, en esos momentos todo me daba un vuelco y delante del espejo hice mil veces "la prueba del algodón", ...
La gente que me quería decía,"son imaginaciones tuyas", y yo me sentía mejor.
Conforme pasaron los días y ya en casa, estaba cada vez más claro que los mechones en mi mano eran de una realidad indudable además es una sensación que solo puedo definir como horrible.
¿Qué hago? El sábado 20 tengo una fiesta, ¿me va a aguantar así?, ¿cómo voy a ir en este estado de nervios?, ¿qué va a decirme la gente?....
El jueves 18 me fui con mi amiga Mariola a investigar pelucas. Una "agradable" señora en la tienda me dijo muy claramente que si me tocaba el pelo no me aguantaría el fin de semana.
Salí de allí hecha un mar de lágrimas y con un montón de decisiones por tomar: ¿qué hago el fin de semana?, ¿me rapo ya o espero?...
Al llegar a casa me ayudaron a aclarar mis ideas y a tomar decisiones: "me quedo en casa el fin de semana", "me rapo la cabeza".
Y así fue como al día siguiente mis dos valientes amigas vinieron a casa (a mí me dio más tranquilidad hacerlo en casa que ir a la peluquería), y, primero con la tijera y después con la máquina me dejaron sin mis adorados rizos.
Soy consciente que cuando me metí a la ducha descargaron sus nervios con un abrazo entre ellas, y es que ¡tuvieron valor!.
En ese mismo momento comenzó mi temporada PAÑUELOS, de todo tipo y color, ya os conté en otra entrada. Aprendí a ponerlos con un poco de gracia y quedan estupendos.
También me decidí por comprarme una peluca pues era otra opción que podía utilizar si en algún momento no me veía con los pañuelos o cuando llegara el invierno. Como intentar imitar mis rizos se nos presentó como imposible, elegí una de pelo cortito y, aunque liso, quedaba genial.
Así pasé el verano y al llegar el mes de noviembre, ¡ostras qué frío en la cabeza!. Hasta ese momento no había utilizado la peluca pues con los pañuelos me sentí super agusto. Fue entonces cuando, a pesar de ciertas opiniones en casa, me decidí a salir con ella y confieso que terminé sintiéndome  bien.
A finales de Enero mi pelo ya llevaba 3 meses sin rapar ( me lo rapé por última vez 15 días después del último gotero), ya empezaba a verse algo más que pelusilla y sustituí la peluca por unas cintas de forrito polar que en realidad eran orejeras y que compré en la feria de artesanía. Me ayudaban a dar un poco de volumen y a abrigar todavía la cabeza.
Así he ido hasta hace un mes aproximadamente donde descubrí que de nuevo mis pañuelos me podían servir. Ahora me los pongo como una cinta, con un nudo al lado.
El pelo sigue creciendo, todavía es una incógnita si están los rizos o no, últimamente me doy un poquito de producto para dar sensación de "alborotado" y ya hay quien me dice que se está rizando.
Con una mirada en la cercana lejanía de todos estos meses siento que no ha sido tan terrible como podía imaginar. Como ya os dije, la frase más repetida ha sido ¡Qué guapa estás Pilar! incluso hay quien me dice que no me lo deje crecer mucho que así me queda mejor.
No sé lo que haré, de momento da gusto verlo crecer y tengo verdadera curiosidad por saber si finalmente van a aparecer los rizos o no.
Si os veis enfrentadas a la posibilidad de raparos, echarle imaginación y como decían en la radio un día: "La prueba definitiva para saber si una mujer es guapa es raparse el pelo y seguir siendo guapa".
Pues eso.









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